A NINGUN PRESIDENTE LE GUSTA LA PRENSA (NO SOLO EN ESTADOS UNIDOS)


Helen Thomas, la decana de los corresponsales ante la Casa Blanca, con 86 vivaces años, a quien Bush no le permite hacer preguntas en sus ruedas de prensa, señala en una entrevista concedida a Hugo Alconada Mon del diario argentino La Nación que "A ningún presidente le gusta la prensa, de George Washington en adelante" y bromenado, añade: "Yo no cubría su administración, le aclaro ".

Creo que la alergia presidencial hacia la prensa no es endémica de Estados Unidos, sino que se extiende entre todos los mandatarios urbi et orbe.


He aquí la entrevista:

WASHINGTON.- Helen Thomas recuerda a un pajarito flaco, pequeño, ágil. Pero a los 86 años tiene la agudeza y las garras de un águila. O de un cuervo, según sus muchos críticos republicanos y algunos de sus colegas. A ella, la decana de los corresponsales ante la Casa Blanca, le da lo mismo. Ella avanza, aunque George W. Bush no le dirija la palabra y su entorno no la deje hacerle preguntas al presidente.

"¿Retirarme? ¿Por qué? ¿Usted lo haría?", desafía la periodista que, a lo largo de cinco décadas, reportó para la agencia UPI y, desde hace un par de años, para la cadena de periódicos Hearst sobre los últimos nueve presidentes: John Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton y el actual Bush, a quien tiene en muy baja estima y con quien mantuvo un cruce legendario.

Ocurrió el 21 de marzo de 2006, cuando Bush le levantó la veda a la llamada Primera Dama de la Prensa. Thomas le preguntó por qué ordenó la invasión de Irak, "causando miles de muertes de estadounidenses e iraquíes", cuando "toda razón dada, al menos en público, resultó no ser verdad". De allí en más fue un ida y vuelta entre ambos que terminó con Bush diciendo: "Realmente no me arrepentí (de permitirle que pregunte). Me semiarrepentí".

También mantiene una relación tensa con sus pares. La tensión llegó a su cúspide cuando, quien figuró entre las 25 mujeres más influyentes de este país, publicó el libro ¿Perros guardianes de la democracia? , sobre la prensa en Washington y "cómo le falló al público". En los últimos dos años, aclara, "por suerte, están siendo más incisivos".

-¿Reafirma, como dijo antes, en 2002, que Bush es el peor presidente en la historia de Estados Unidos?

-Aún lo pienso.

-¿Peor que Nixon o algún otro?

-De seguro es el peor que he tenido que cubrir como periodista. No sé de ningún otro presidente que deliberadamente haya llevado a Estados Unidos a una guerra. El quería esa guerra y nunca explicó por qué. Si le pregunta a 10 personas por qué fuimos a esa guerra, obtendrá 10 respuestas. Esa no es la forma de iniciar una guerra. Debemos saber por qué fuimos; si no, es una violación de las leyes internacionales.

-Por el contrario, ¿cuál fue su preferido? ¿Kennedy?

-Sí, porque tenía visión, porque peleó en una guerra (en la Segunda Guerra Mundial) y sabía de los horrores de toda guerra. Porque era un hombre pacífico y supo retroceder ante el abismo en la crisis de los misiles en Cuba. El y [Nikita] Kruschev sabían que tenían arsenal nuclear suficiente para volar el planeta y actuaron en resguardo de la humanidad. También porque creó el Cuerpo de Paz, porque sabía que Estados Unidos debía conectarse con el mundo, y porque firmó el primer tratado de no proliferación. Y dijo que debíamos ir a la luna en una década. El no estuvo para verlo, pero lo logró. Kennedy al menos intentó impulsar los derechos humanos y, salvo Carter, ningún otro presidente volvió a empujar tanto esa bandera como centro de su política exterior. Creo que Kennedy tenía ese "extra especial" que hacía que la gente quisiera dar algo más.

-Mencionó dos demócratas, Kennedy y Carter. ¿Ningún republicano le gustó como presidente?

-Sólo en ciertos aspectos, creo que Ford estuvo a la altura del rol que debió asumir tras el escándalo de Watergate y, básicamente, estabilizó el país y le devolvió cierta confianza. También me gustó [Dwight] Eisenhower, quien también peleó en la Segunda Guerra Mundial y nunca quiso involucrarse en un conflicto bélico como presidente. Y cuando Israel, Gran Bretaña y Francia ocuparon el Canal de Suez, los detuvo, lo que fue inusitado porque estaba peleando su reelección y pudo restarle votos, pero los forzó a retroceder.

-Aunque sea de manera implícita, vuelve a la carga contra Bush...

-Ganamos una Guerra Fría que duró décadas, en la que mantuvimos una relación diplomática como se pudo y en la que buscamos abrir al menos un poco las ventanas del bloque soviético para introducir un mensaje de esperanza, y con eso nos salvamos de una tercera guerra mundial que lo hubiera terminado todo. Como entonces, estoy a favor del diálogo, de la diplomacia. ¿Qué es eso de que Estados Unidos no hable con algunos países? [por Irán, Siria y, hasta hace unos meses, Corea del Norte]. ¡Es estúpido! No es necesario apelar siempre al miedo para gobernar y es imperdonable que un presidente nos haya metido de manera deliberada en una situación peligrosa sin que mediara ninguna provocación. Irak no nos había hecho nada, ni tenía lazos con el terrorismo, ni armas de destrucción masiva. ¡Si ya los bombardeábamos de manera periódica desde hacía 10 años y teníamos vigilancia satelital sobre ellos! ¡Sabíamos que no tenían armas de destrucción masiva!

-¿Cómo explica que, sin embargo, lo hayan reelegido?

-Creo que fueron capaces de socavar a [John] Kerry. Bush no podía rivalizar con alguien que sí peleó en Vietnam. Entonces tenían que destruir su reputación y le tiraron deliberadamente con el aborto, el casamiento de homosexuales, el terrorismo y todas las apelaciones al miedo que tenían. Los norteamericanos perdieron una chance.

-¿Qué cambió en 2006, cuando los demócratas ganaron la elección?

-Hubo un cambio mayúsculo en este país, un vuelco. Muchos comprendieron que el presidente no jugó limpio.

-¿Y qué espera que ocurra en las elecciones de 2008?

-Que no gane ningún candidato republicano, salvo que proponga un cambio milagroso en política exterior. Los estadounidenses cuentan los días, minutos y segundos para que se vaya Bush. No puedes encontrar a nadie en las calles que lo apoye.

-¿EE.UU. está listo para una mujer o un negro en la Casa Blanca?

-No lo sé. Es tiempo para cualquiera de los dos. Me basta con que gane alguien que responda a las exigencias de los ciudadanos y no les mienta. Un presidente debería ser consciente de que llegó a la cúspide y que allí sólo debe hacer lo correcto. Bush jamás habla en serio de alcanzar la paz, sólo por compromiso. ¡El manda gente a morir sin razón! ¡Por supuesto que hay que defender el país, pero ése no fue el caso!

-¿Es cierto que la Casa Blanca la "suspendió", no le abre el micrófono para que pueda hacerle preguntas a Bush?

-Todavía voy a la Casa Blanca y participo en las conferencias de prensa regulares de los funcionarios y del vocero presidencial. Pero no me dejan preguntarle a Bush porque no le gustan mis preguntas. El suele traer una lista de periodistas a los que deja que le pregunten. Yo no entro en esa lista.

-¿Los benévolos?

-No, quiero decir... ellos [los corresponsales ante la Casa Blanca] entraron en un estado de coma en la antesala de la guerra de Irak y yo estaba furiosa con todos ellos cuando abandonaron su rol de contralores y dejaron de hacer preguntas. Los funcionarios venían todos los días y lo único que decían era "Saddam Hussein... 11 de septiembre; Saddam Hussein... 11 de septiembre", cuando no había relación entre ambos. Hubo muchos periodistas que estaban convencidos de que sería una guerra de días, un paseo para Estados Unidos... en fin... pero ahora se están poniendo duros otra vez. Parece que después del huracán Katrina, por suerte, están siendo más incisivos, aunque debieron serlo antes. Nuestra única arma como periodistas es ser escépticos, cuestionar todo. ¡Nos vendieron mentiras! Es por eso que le pregunté a Bush, cuando me dieron la chance, por qué quiso ir a la guerra.

-Y ésa fue la última pregunta que le hizo, ¿no?

-(Ríe a carcajadas) ¡Sí, sí, así es! ¡Y todavía espero su respuesta!

-¿Y qué me diría si le cuento que el presidente de la Argentina tampoco es muy amante de las conferencias de prensa ni de las entrevistas?

-Pues que no me sorprende. A ningún presidente le gusta ser cuestionado. ¡Cuándo llegan al Palacio, se creen eso de que son presidentes! "¿Cómo te atreves a preguntarme? ¡Sé más que tú!", es lo que suelen pensar, junto con que toda la información es de dominio privado. Pero eso es falso: es de dominio público y es nuestro trabajo desenterrarla y difundirla.

-¿Recuerda otra Casa Blanca que fuera tan cerrada como ésta?

-A ningún presidente le gusta la prensa, de George Washington en adelante. Yo no cubría su administración, le aclaro (carcajadas), pero a ninguno de ellos le gusta las preguntas provocativas. La diferencia es que algunos son más despiadados y evitan las conferencias de prensa o no aceptan repreguntas, lo que significa que no explicarán nada de lo que responden. Bush, por ejemplo, no puede explicar nada. Muchos no quieren afrontar una pregunta tan sencilla como "¿Por qué?".

-¿Acaso Nixon fue menos agresivo y cortante con la prensa que Bush?

-Antes de que estallara Watergate, él andaba de pésimo ánimo y tenía ganas de terminar con todo eso, pero aun así daba conferencias de prensa, a sabiendas de que saldría muy quemado porque sentía que tenía que dar la cara. Y lo hacía porque era muy bueno en esas conferencias. No usaba un atril y se paraba sin papeles ni tarjetas delante de un micrófono de pie. Si viviera, te anticiparía quién ganará en 2008. Era extremadamente sagaz y astuto en política, pero cada vez que tenía que optar entre dos caminos, tomaba el equivocado... Tenía un lado oscuro...

-¿Y Bush?

-Blanco y negro, bueno y malo, con nosotros o en contra de nosotros, vivos o muertos. Es tan simple... Es muy conservador y... carece de compasión, ni entiende a la gente.

-Defina a Dick Cheney...

-Diabólico, Rasputín...

-¿Condoleezza Rice?

-...Servil, obsecuente, mensajera

-¿Bill Clinton?

-Dilapidó sus chances de grandeza.

-Última pregunta: ¿qué le preguntaría a Bush si le dieran otra chance? Si se la dan, es probable que sea al final del mandato. ¿Cuál sería?

-(Carcajadas) Volvería a preguntarle lo mismo: ¿Por qué fuimos a la guerra con Irak? Y, de paso, también por qué ningún pariente suyo, ni de ninguno de sus funcionarios, peleó en Irak, en la guerra que él define como "una causa noble". Y si tuviera otra, le preguntaría lo mismo que a Clinton en 1992: ¿Por qué usted, que esquivó Vietnam, manda a otros a la guerra, a morir?

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